Una de las empresas queretanas más importantes por su antigüedad, por el esfuerzo con el que fue creada y por la presencia que mantiene en la actualidad, es Embotelladora La Victoria, fabricante de los tradicionales y queretanísimos refrescos Victoria.
Una historia de éxito escrita con el esfuerzo, la disciplina y el trabajo de un personaje imprescindible en el Querétaro del Siglo XX: don Roberto Ruiz Obregón.
Don Roberto nació el 3 de junio de 1904 en la Villa de Santa María de Guadalupe de Amealco, siendo hijo menor del matrimonio formado por don Federico Ruiz Obregón y doña Cruz Obregón Ocaña.
Su madre muere cuando apenas tiene un año de edad, pasando a partir de entonces, junto con sus hermanas Sara y Carmela, al cuidado de su padre y sus tíos maternas, Concha, Cruz y José Obregón Ocaña.
Con el inicio de la Revolución, la situación económica se tornó difícil en gran parte del país. Y Querétaro no fue la excepción.
Es entonces que la familia Ruiz Obregón decide emigrar al estado de Michoacán, para establecerse primero en Pátzcuaro, después en Erongarícuaro, y posteriormente en Angangueo, lugar este último donde el patriarca - para entonces casado en segundas nupcias con Dolores Ruiz-, consigue trabajo como administrador de los aserraderos del lugar.
La familia Ruiz Obregón regresó a Querétaro en 1917, el mismo año en que se promulgó la Constitución.
Con 13 años, el pequeño Roberto se matriculó en el Colegio Anaya, frente al templo de La Congregación, observando una conducta 'ejemplar', 'satisfactoria' e 'irreprensible', de acuerdo a las boletas de calificaciones que cada mes le enviaban a su progenitor.
AQUÉL PRIMER REGRESO A QUERÉTARO DURÓ POCO.
En 1918 la familia partió a Zacapu, Michoacán, para luego regresar a Pátzcuaro, donde un Roberto ya adolescente, ingresa a trabajar en la estación de ferrocarril del lugar, con el puesto de taquígrafo y mecanógrafo, el cual obtiene por ser el más rápido para escribir y tomar dictado, tanto a máquina como a mano.
Con gran habilidad, el joven queretano pronto ascendió de Taquígrafo, Mecanógrafo y Telegrafista, a Jefe de Estación, siendo asignado a la población de Zacapu, donde despachó de 1919 a 1925.
De ahí, fue enviado a inaugurar la estación de Tariácuri, también con el puesto de Jefe de Estación.
El 9 de enero de 1937, un día después de la boda civil, Roberto Ruiz, de 32 años, contrajo matrimonio religioso con María Consuelo Rubio Andrade, una bella joven de 22 años, que soñaba con ser concertista.
La elegante boda se realizó en el templo de Santa Clara.
El matrimonio Ruiz Obregón tuvo seis hijos: Roberto, Federico, Consuelo, Guadalupe, Susana y Martha.
Platica Roberto Ruiz Rubio, en la actualidad un próspero empresario: "Mi padre era un hombre muy estricto, muy duro con todos sus hijos, pero también era un hombre muy justo.
De él aprendí todo lo que soy y a bastarme por mí mismo, Su mejor enseñanza fue forjarnos una disciplina en el trabajo".
1937 fue un año de de grandes decisiones para Roberto Ruiz.
Además de su matrimonio con Consuelo Rubio, ese año cambió para Querétaro su plaza en Ferrocarriles Nacionales y, además, en un viaje que realizó con su padre a la Ciudad de México, probó por primera vez un refresco norteamericano que vendría a cambiar su vida y se convertiría en el pilar de su exitosa carrera empresarial.
REFRESCOS VICTORIA Creada los primeros años del Siglo XX por don Federico Ruiz y sus hijos Roberto y Sara Ruiz Obregón, La Victoria era una industria familiar que en sus inicios trabajaba con pequeñas máquinas de pedales que embotellaban las bebidas gaseosas en las tradicionales botellas 'de canica', contando para su proceso de elaboración y distribución con apenas 5 empleados.
La calle donde estaba ubicada la pequeña fábrica, por coincidencia del destino, llevaba por nombre una de las más destacadas características del refresco: Del Deleite (hoy Filomeno Mata), frente al pintoresco Jardín de los Platitos, en La Otra Banda.
El propio Roberto Ruiz Obregón, recordaba: "Mi hermana Sarita se encargaba de la fabricación de los refrescos y yo, después de las clases en el colegio, transportaba en burro las cajas y vendía entre 15 y 20 botellas al día".
En el año de 1937, don Federico y su hijo Roberto conocieron por primera vez en la Ciudad de México, un producto nuevo que entonces sólo se distribuía en las ciudades de Tampico, Guadalajara y en la propia capital del país.
Su aspecto era singular: totalmente oscuro, diferente, pero delicioso.
Se trataba del refresco Coca Cola.
Con innata y singular visión empresarial, el joven amealcense de apenas 33 años de edad, decidió adquirir la franquicia y embotellar el producto en el pequeño negocio familiar, para lo cual tuvo que solicitar la autorización correspondiente a los dueños del refresco, The Coca Cola Export Corporation, asentados en la ciudad norteamericana de Atlanta, la cual le fue negada en un principio por carecer de la maquinaria y el equipo adecuado para su elaboración.
Más, el interés del joven empresario queretano fue tal, que le concedieron en ese primer intento la distribución del refresco en el estado de Querétaro, lo cual aceptó gustoso.
Introducir una bebida tan peculiar como Coca Cola no fue fácil.
Su color oscuro y su sabor diferente en un principio fue un obstáculo para su colocación, pero gracias a innovadoras técnicas de mercadeo ideadas por el imaginativo distribuidor, poco a poco se fue colocando en el gusto de los queretanos.
Una legión de jóvenes vestidas totalmente de blanco y con cofia, con el lema "La pausa que refresca", se dieron la tarea de recorrer casa por casa para invitar a saborear el nuevo refresco.
Iban a bordo de un camión de redilas que en su parte trasera llevaba dos o tres refrigeradores colorados con el enorme logotipo de la Coca Cola en el frente y el producto en su interior.
Lo mismo se hizo en escuelas, oficinas, negocios, kermeses y centros de espectáculos.
Roberto Ruiz Rubio, recuerda como acompañaba a su padre en esta labor introductoria: "Nos íbamos al Cine Goya, mi padre, un par de ayudantes y yo, y aprovechábamos los diez minutos del intermedio para ofrecer gratuitamente al público degustar Coca Cola.
Apenas teníamos el tiempo necesario para destapar, entregar y, antes de que se reanudara la función, recoger la botellas ya vacías".
Afortunadamente, Coca Cola tuvo en Querétaro igual o mejor recepción que en otras partes del mundo.
Y para satisfacer la cada vez más creciente demanda, se tuvo que comprar el primer camión de reparto, que ser sumó a una pequeña legión de carritos de mano que día con día salían a entregar el refresco a cada una de las pequeñas tiendas y estanquillos que prácticamente inundaban la capital quéretana y varias localidades del interior.
El primero de mayo de 1945, en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, por medio de la escritura pública 481, se constituyó legalmente una de las más emblemáticas empresas queretanas: La Victoria.
Seis meses más tarde, en noviembre, después de comprar en Nueva York un equipo usado para embotellar 24 botellas por minuto y ampliar su plantilla a 20 trabajadores, Roberto Ruiz Obregón firma como embotellador con The Coca Cola Export Sales Company, sin duda, el más importante contrato de su vida.
En el documento, la transnacional delimita a Querétaro como el territorio exclusivo en el que Ruiz Obregón podrá realizar la venta y distribución de Coca Cola, un refresco que a partir de entonces -en un hito para la naciente industria local-, ya se producirá y embotellará totalmente en territorio queretano.
Muy importante de como ver que el Sr. Roberto Ruiz Obregón logro poner su empresa de refrescos victoria, a pesar de haber sido el hijo más pequeño y tener la ausencia de su mamá, este señor logro posicionar una bebida oscura en el estado de Querétaro, siendo al principio un poco desafiante poder ser aceptada tal bebida.
ResponderEliminarMuy buena anécdota, ahí te das cuenta cuando la gente tiene hambre por crecer y salir adelante. Nuestro Querétaro lindo tanta historia por detrás. :)
ResponderEliminarEs muy interesante como este persoanje al encontrarse en una situacion dificil economica y emocionalmante, salio adelante y se convirtio en un empresario joven y lo mejor fue que el publico acepto bien su refreco, lo cual es de admirarse el coraje y la enseñanza que le dio su padre a ser trabajador y cuidar de los suyos.
ResponderEliminarMe parece un gran ejemplo de lo que es una persona emprendedora con ganas de triunfar comenzando con pequeñas acciones como ir de puerta en puerta para ofrecer sus productos y darse a conocer y lograr lo que ahora es una marca muy reconocida de refrescos Victoria.
ResponderEliminarUn poco distorsionada esta historia. Y para que nadie ese entere que el Sr. Ruiz era una persona que compro lo que antiguamente era la fábrica de refrescos en Querétaro, porque ellos no la crearon. Y se omite todo eso.
ResponderEliminarYo trabajé en esta empresa y tuve la dicha de conocer a Don Roberto y Familia. Un Hombre extraordinario, con una larga historia de lucha incansable y mucho trabajo.
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